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El psiquiatra José Antonio Bravo Martínez, condenado por republicano a 30 años, que acabó exiliado en la Alpujarra como médico ejemplar

Esta es la historia del psiquiatra José Antonio Bravo Martínez, condenado a 30 años de prisión por apoyar a la República, al que finalmente se le conmutó parcialmente la pena y acabó exiliado en su Alpujarra natal, donde dejó una huella imborrable por su dedicación y ejemplaridad como médico rural. Ángeles de la Torre Bravo nos ofrece una extraordinaria semblanza de su tío abuelo, que dejó escrita en su novela ‘Exiliado piel adentro. Historia de un médico republicano’.

José Antonio Narciso Bravo Martínez, en 1944 en Mecina Bombarón.

Este es la semblanza del médico republicano José Antonio Narciso Bravo Martínez, nacido en Bérchules, psiquiatra en el Hospital de Miraflores en Sevilla, que, según contaban en la familia, había sido encarcelado por llamar a sus gatos Lenin y Trotski, narrada por su sobrina nieta Ángeles de la Torre Bravo, que investigó sobre su familiar, para construir su historia que, novelada, publicó en Exiliado piel adentro. Historia de un médico republicano. Es la historia de la brutal represión de Franco contra cualquiera con ideologías de izquierdas, de la terrible involución en la Psiquiatría durante la dictadura, pero también, la de un hombre y médico ejemplar, que nunca renunció a sus ideas.

El médico psiquiatra José Antonio Narciso Bravo Martínez, (Los Bérchules, 1900-1983), estudió medicina en Granada y trabajó desde 1925 en el hospital psiquiátrico de Miraflores en Sevilla. Afiliado al partido Unión Republicana, pertenecía al sindicato de la UGT y era miembro de la Asociación de Amigos de la Unión Soviética, como muchos intelectuales, entre ellos se encontraban Ramón del Valle Inclán, Victoria Kent o Federico García Lorca.

José Antonio es el primero por la izquierda en esta imagen tomada en 1911, en Mendoza, Argentina.

La involución de la Psiquiatría en España: de la Psiquiatría científica a la Psiquiatría católica

José Antonio Bravo Martínez fue uno de los médicos que accedió a los estudios de Psiquiatría en un momento en el que estaba naciendo como especialidad médica en España, entre 1920 y 1936. Hasta entonces, los dementes se alojaban en manicomios en condiciones sanitarias ínfimas.

Fue uno de los médicos que accedió a los estudios de Psiquiatría en un momento en el que estaba naciendo como especialidad médica en España, entre 1920 y 1936. Hasta entonces, los dementes se alojaban en manicomios en condiciones sanitarias ínfimas

En 1926 se crea la Liga Española de Higiene Mental, que realiza un amplio programa de actividades de educación popular por todo el país, con ciclos de conferencias divulgativas, publicación de folletos, artículos en la prensa y charlas radiofónicas. En las últimas décadas del diecinueve la Institución Libre de Enseñanza (1876-1939) había ido estimulando una actitud de investigación científica sobria y rigurosa, atenta a lo que se estaba haciendo en Europa.

En 1931 con la proclamación de la República, se promulga un nuevo decreto sobre asistencia al enfermo mental, elaborado directamente por los neuropsiquiatras poniendo en sus manos el peso de los ingresos y altas que, anteriormente, dependían de los jueces.

El desastre de la guerra y la posterior dictadura de Franco, hizo que esta generación de médicos psiquiatras frustrara su camino. Muchos intelectuales, entre ellos los médicos, perdieron la vida, se condenaron al exilio o se recluyeron en un ostracismo interior. José Antonio Bravo Martínez fue depurado y condenado a treinta años de cárcel. La Psiquiatría como otras ramas de la ciencia, sufrió una ruptura violenta, frustrando todos los avances que empezaban a consolidarse por los numerosos estudios e investigaciones científicas.

1931, Bolivia, primero por la derecha.

La Psiquiatría del régimen franquista que se impuso, eligió a Vallejo Nájera como figura representativa de la nueva España que quería forjar. Su medicina estaba basada en las doctrinas más retrógradas de la Alemania nazi. En sus escritos describe esa idea de la raza, basada en una búsqueda de la españolidad castiza considerada una raza superior de la que debía extirparse el gen rojo, culpable de todos los males de la patria

La Psiquiatría del régimen franquista que se impuso, eligió a Vallejo Nájera como figura representativa de la nueva España que quería forjar. Su medicina estaba basada en las doctrinas más retrógradas de la Alemania nazi. En sus escritos describe esa idea de la raza, basada en una búsqueda de la españolidad castiza considerada una raza superior de la que debía extirparse el gen rojo, culpable de todos los males de la patria. Aparecen los valores medievales inspirados en el catolicismo más reaccionario de la Reconquista y la persecución al hereje. Sus escritos dejan claras sus ideas de regeneración y castigo a los que, en su parecer, habían desvirtuado la esencia española. Eugenesia de la hispanidad y regeneración de la raza (1937), Psicopatología de la conducta antisocial (1938), Política racial del nuevo Estado (1938) son algunas de sus obras. Frente al esfuerzo de los años veinte y treinta por abrirse a la cultura y a la ciencia europeas, en los cuarenta, España se cierra sobre sí misma con una ciencia autóctona basada en las esencias inmutables de la españolidad católica.

El golpe militar  

En 1936, cuando estalla el atentado militar fascista, los golpistas tienen una orden clara, exterminar todas las ideas izquierdistas utilizando el terror, el asesinato y la represión. Los intelectuales que habían pertenecido a cualquier sindicato o partido de izquierdas, principalmente, los médicos y maestros que habían trabajado para la República, son perseguidos y juzgados. José Antonio Bravo, es cesado de su cargo de psiquiatra en el Hospital, acusado por los golpistas de haber pertenecido a los cuadros dirigentes de las organizaciones en lucha contra el Ejército de España, haber ejercido coacciones para imposibilitar el trabajo, o constituir un peligro para la buena marcha de los servicios públicos, según consta en la documentación que se encuentra en el Archivo del Tribunal Militar de Sevilla.

Es apresado durante un año y liberado varias veces en esa Sevilla cercada y tomada por los militares alzados contra la República.

El canje

El 5 de mayo de 1938 se anuncia en la prensa un canje firmado por el mismísimo Franco, en el que se preparaba un intercambio de personas que estaban en la zona ocupada con la zona que se mantenía fiel a la República. Era una trampa urdida por Queipo de Llano para apresar a los intelectuales e industriales escondidos tras el asedio a Sevilla. El trueque lo preparaba un personaje misterioso de nacionalidad suiza, Alberto Krubs, que comprobaba los carnets de identidad y organizaba la salida de Sevilla hacia la zona republicana. Al poco tiempo de salir el convoy para realizar el cambalache, son detenidos en Sanlúcar la Mayor.  Habían caído en una trampa orquestada por las altas esferas militares organizadoras del golpe militar. El 13 de mayo de 1938 los apresan y quedan aislados e incomunicados los más señalados, Marcelino Rueda García, Manuel León Trejo y Gabriel González Tarabull, conocido diputado del partido Unión Republicana, los demás, hasta 34, fueron aislados del resto de la población penal y del exterior. Entre ellos se encuentra José Bravo Martínez, nombre que utilizará ya en todos los procesos penales.

Archivo del Tribunal Militar de Sevilla.

El 13 de mayo de 1938 los apresan y quedan aislados e incomunicados los más señalados, Marcelino Rueda García, Manuel León Trejo y Gabriel González Tarabull, conocido diputado del partido Unión Republicana, los demás, hasta 34, fueron aislados del resto de la población penal y del exterior. Entre ellos se encuentra José Bravo Martínez, nombre que utilizará ya en todos los procesos penales

El 14 de julio de ese mismo año se le somete a un Consejo de Guerra por el que se condena a 30 años de reclusión mayor con las accesorias de inhabilitación absoluta e interdicción civil como autor de un delito de adhesión a la rebelión definido en el artículo 238 del Código de Justicia Militar. El fusilamiento inminente de todos los apresados, caía sobre sus cabezas cada día, viendo cómo muchos de los compañeros iban siendo ejecutados. Según un relato posterior, tuvo un golpe de suerte, dicen que alguien que lo quería bien, iba colocando su expediente debajo de los demás para salvarlo de una muerte segura.

Redención de penas por trabajo

En 1940 la dictadura promulga una ley de redención de penas por trabajo, las cárceles están abarrotadas, se habilitan cines, teatros hasta un barco atracado en el río Guadalquivir, cedido por la familia Ibarra que hacía de cárcel y a la vez de pudridero por hambre y enfermedad, de los que habían apoyado al gobierno de la República. Decretan una medida para poder deshacerse de los presos y aprovechar la mano de obra, unos trabajarán en la construcción de carreteras, canales…y José Antonio Martínez se exiliará a trabajar como médico rural a Mecina Bombarón, en la Alpujarra granadina.

El médico que lo sustituyó cuando se jubiló, en 1977, contó que había cobrado en su primer sueldo, cuatro veces más que José Antonio Bravo Martínez, según él, había sido un error de la administración. Se sentía avergonzado y en deuda con una persona tan valiosa. El castigo de los franquistas a los que pensaron de otra forma, se había prolongado más allá de la muerte de Franco

El 25 de diciembre de 1941 en el Ayuntamiento de Mecina Bombarón se efectúa el nombramiento de médico interino. Ocupando el puesto del médico titular, Francisco Reinoso López. que renunciaba al cargo por excedencia voluntaria. Elías Tovar, cuando lo sustituyó como médico, le recriminó que le había dejado un trabajo imposible de hacer, y es que con 73 años aún atendía en el último año, de una manera minuciosa, a todos los pacientes visitándolos todos los días, asistiendo personalmente a los partos, moviéndose en burro de un pueblo a otro, en todos los pueblos que llevaba, Montenegro, Golco, Mecina Bombarón, Yátor, Válor y Yegen. El cobro de su trabajo dependía de su comportamiento en calidad de redimido, efectuado directamente por el máximo poder del pueblo, el alcalde. El médico que lo sustituyó cuando se jubiló, en 1977, contó que había cobrado en su primer sueldo, cuatro veces más que José Antonio Bravo Martínez, según él, había sido un error de la administración. Se sentía avergonzado y en deuda con una persona tan valiosa. El castigo de los franquistas a los que pensaron de otra forma, se había prolongado más allá de la muerte de Franco.

El insilio

La labor como médico entregado a los enfermos y asistiendo a partos es testificada por muchos de sus pacientes, curando a veces sin apenas recursos sanitarios ni medicinas, teniendo que operar a vida o muerte y atender a personas sin recursos que no podían pagar las igualas de la época. Manuel Pelegrina, actualmente profesor de la Universidad de Málaga, lo conoció cuando era niño, y contaba que además de haberle asistido en su nacimiento, fue una persona carismática, la que más sabía en el pueblo, culto y amable con los que lo querían, siempre recordará según sus palabras, los libros que le dejaba y el impulso que le dio para estudiar su carrera. Una mujer del pueblo contaba que estando con una enfermedad mortal, necesitaba unas medicinas muy caras, el marido le dijo a José Antonio que vendería su mulo para pagar el fármaco, y él le dijo que si quería matar a su familia de hambre vendiendo el cuadrúpedo en vez de por la enfermedad, y recuerda que le salvó la vida pagando el propio médico las medicinas.

Es recordado en su pueblo como una persona generosa y admirada por su entereza y dignidad. Falleció a la edad de 82 años. La carrera de psiquiatra quedó truncada por esa nueva España que dejó perder a los mejores y más preparados, condenándolos a la muerte, al exilio o al insilio interior, en el que tuvieron que vivir callados y señalados como presos políticos toda la vida.

En septiembre de 2015, la Diputación de Granada y el Ayuntamiento de Alpujarra de la Sierra rindieron homenaje al médico, con la colocación de una placa en recuerdo a José Antonio Bravo Martínez, que da nombre a la principal avenida de Mecina Bombarón
Ángeles de la Torre Bravo es Doctora en Bellas Artes e investigadora de la Memoria Histórica. Publica con la editorial Aconcagua en 2019 la novela titulada Exiliado piel adentro. Historia de un médico republicano. Relata la historia de su tío abuelo, en el que descubre el silencio impuesto a la familia a partir del golpe militar de 1936 y la represión franquista. Descubre el misterio de esa historia silenciada en las conversaciones susurradas con su tía y su abuela, en las que se contaba, cómo su tío fue represaliado por Franco por haber puesto a los gatos los nombres de Trotsky y Lenin. Eso le llevó a investigar la verdad histórica y a contarlo en una novela. También es investigadora de la Asociación Granadina Verdad, Justicia y Reaparición.

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