La falta de Agua en la Alpujarra obliga a tomar medidas
El futuro de los recursos hidrológicos de las laderas orientales de Sierra Nevada obliga a volver a los usos tradicionales y a tomar medidas de consenso entre sus gestores y usuarios
El horizonte está marcado en el final de 2015. Las comunidades de regantes de una parte fundamental del territorio del Parque Nacional y Natural de Sierra Nevada, los municipios y núcleos de Bérchules, Alcútar y en Alpujarra de la Sierra, Mecina y Yegen, tienen que poner orden en el aprovechamiento de los recursos hidrológicos de sus ríos y acuíferos, como primer paso hacia un futuro en el que pueda garantizarse el suministro de agua de riego y consumo humano durante todo el año, y en especial en las épocas estivales y de sequía, y en el que haya desaparecido la acumulación irregular de cantidades importantísimas de agua en balsas y pantanetas destinadas a cubrir las necesidades, crecientes día a día, de la agricultura intensiva que desde el litoral asciende por las laderas alpujarreñas y desplaza los cultivos tradicionales. Usuarios y administraciones han iniciado contactos para conseguir salvar el agua en una zona que geográficamente se conoce como la ‘Alpujarra seca’.
Intentar armonizar las nuevas explotaciones agrícolas con los clásicos minifundios, las extracciones sostenibles de los cauces y de los acuíferos subterráneos, es el objetivo de un plan piloto de gestión hidrológica que ha puesto en marcha la Consejería de Medio Ambiente en colaboración con la de Agricultura, la Agencia del Agua y el Instituto Geológico y Minero de España. El pasado día 5 de noviembre, en la localidad de Bérchules, comunidades de regantes, técnicos y agricultores conocían los estudios que se han realizado desde hace unos meses para evaluar la verdadera situación de los recursos hidrológicos de esta zona de la provincia de Granada. El diagnóstico es preocupante. Si no se actúa con el consenso de todos, llegará el momento en que la acumulación y mal uso del agua llevará a mayores periodos de escasez, e incluso a que los cauces lleguen a secarse por completo.
«Debemos volver a los usos tradicionales y poner en práctica sistemas que consigan que desde los meses de diciembre a mayo, cuando hay más agua, aprovechemos los recursos de manera sostenible, aumente la capacidad de los acuíferos y podamos aprovecharla en los meses de escasez», dice el director general del Dominio público Hidráulico, Juan María Serrato, que reconoce que la proliferación de balsas y sistemas de conducción y almacenamiento de agua que se utilizan en esta zona y otros territorios andaluces no es la más adecuada. «Desde la Junta nos hicimos eco de la preocupación del Consejo de Participación de Sierra Nevada, que advertía de la mala situación de los ríos de la sierra. Iniciamos los estudios para el plan piloto de esta zona que se encuadra dentro de las previsiones hidrológicas para el periodo 2016-2021. Los datos extraídos por los expertos, a través de fotografía aérea, satélites, mediciones en los cauces y acuíferos subterráneos, indican que el uso del agua deja mucho que desear y produce pérdidas de caudal en los cauces y sobreexplotación de las aguas subterráneas».
Balsas
Uno de los principales problemas es el incremento de balsas para almacenamiento de agua. Según las inspecciones realizadas ‘in situ’, se han detectado 593 balsas, mientras que en el inventario del Parque Natural de Sierra Nevada solo había contabilizadas 362. Todas ellas unidas formarían una lámina de agua de 21,8 hectáreas (alrededor de 40 campos de fútbol juntos), una enorme extensión formada por infraestructuras que en su mayoría son irregulares y no cuentan con las autorizaciones necesarias. Acumulan cantidades ingentes de agua que captan en los cauces y llegan a reducir los caudales ecológicos de tal manera que no permiten la mejor regeneración de los acuíferos.
Queremos la participación de los interesados para conseguir la regularización de estas estructuras y que sean las comunidades de regantes quienes se hagan cargo de ellas», afirma Juan María Serrato, que considera que los agricultores son los primeros interesados en no perder su principal recurso productivo, el agua.
La necesidad de llevar grandes cantidades de agua hasta los cultivos intensivos, que tienen que generar determinado producto en la época que lo demandan los mercados, ha llevado al cierre y entubamiento de acequias, incluso algunas de las de careo, por lo que se han eliminado las filtraciones que cada temporada rellenan los acuíferos. Serrato afirma que hay que volver a las acequias de careo, «sin negarnos a la modernización, pero de forma racional y que nos sirva para regenerar cauces y acuíferos».
En esta zona hay alrededor de 1.500 regantes que poseen 1.460 hectáreas de cultivos de pastos, hortalizas, que necesitan los recursos hídricos. Según los estudios ya realizados, el 75% del agua procede del subsuelo, por lo que si se impide la filtración o se almacena de forma irregular, no se filtra y no habrá de dónde extraerla.
A partir de ahora se van a desarrollar reuniones, charlas y talleres especialmente dirigidos a dar a conocer los detalles del estudio hidrológico de esta zona, su problemática y las soluciones a tomar, «y tener en cuenta las opiniones de los usuarios» para que no perdamos uno de los principales elementos de riqueza natural de la Alpujarra, el agua.
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