Mecina Bombarón adecenta su camposanto y lo ampliará con medio centenar de nichos
Este cementerio municipal, dependiente del Ayuntamiento, fue inaugurado hace 119 años
El Ayuntamiento de Alpujarra de la Sierra, presidido por el médico de familia, José Antonio Gómez, sigue trabajando por mejorar las instalaciones y optimizar los espacios del camposanto de Mecina Bombarón, con el fin de ofrecer las mejores condiciones al público para este espacio. Un ramillete de personas se está encargando de adecentar y pintar el cementerio. También se van a construir en este lugar medio centenar de nichos.
La arquitectura tradicional alpujarreña, tan peculiar e interesante, es única y cautiva a vecinos, turistas y visitantes. Los grisáceos tinaos o tejados planos de launa, las chimeneas circulares con esa especie de ‘sobrero’ de laja, etcétera, llaman mucho la atención por su singularidad. Pues bien, el Ayuntamiento de Alpujarra de la Sierra, optó también hace unos años por fomentar y preservar la auténtica arquitectura de La Alpujarra hasta en los cementerios de Mecina Bombarón y Yegen, colocando, por tal motivo, cubiertas planas con sus aleros y todo, donde antes había tejados, y haciendo lo mismo en los nuevos bloques de nichos que se van construyendo.
El municipio de Alpujarra de la Sierra lo componen los pueblos de Mecina Bombarón, Yegen y El Golco y la aldea de Monte Negro. El cementerio de Mecina Bombarón se inauguró en 1901. En El Golco y en Yegen hasta hace unos años se solían enterrar los féretros bajo tierra en la mayoría de los casos. La aldea de Montenegro, no muy lejana del camposanto de Yegen, carece de cementerio. Antiguamente, los enterramientos se hacían dentro de las iglesias y después junto a ellas. Algunos vecinos y familiares se prestaban a hacer el hoyo para introducir la caja mortuoria hecha a medida por el carpintero del pueblo.
Pío Navarro Alcalá-Zamora, que estudió y residió en Mecina Bombarón durante los años 1972 y 1973, en su estupendo libro: ‘Mecina (La cambiante estructura social de un pueblo de la Alpujarra)’, manifiesta que «hasta hace poco tiempo la persona fallecida era velada en su casa. También solían meter en el féretro el objeto más preciado del muerto, que podía ser desde un sombrero hasta una guitarra. Antiguamente el sacerdote iba a la casa del finado para rezarle un responso y empezar el entierro, que no iba directamente al cementerio sino que pasaba antes por las casas de los hijos del muerto, donde cada uno le pagaba un responso, a modo de despedida simbólica de los miembros del grupo familiar. El cadáver se conducía a manos de los hombres del pueblo que se turnaban para ello, pero nunca a hombros y, en algunos pueblos, con tres toallas especiales que se pasaban por debajo de la caja, que se sostenía sobre ellas: parece ser que en Mecina Bombarón sólo se conducía a los ricos de esta forma. Los cementerios solían estar situados en el centro del pueblo, al lado de la iglesia. Nunca había tumbas permanentes ni losas y sólo algunas cruces de madera; se seguía un turno riguroso para los enterramientos», relata en su obra Alcalá-Zamora, nieto de Niceto Alcalá-Zamora y Torres, presidente de la República Española entre 1931 y 1936.
Fuente ideal.es
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