Pastor de ovejas y cosechador de habichuelas verdes en la sierra de Mecina Bombarón
Antonio Valdearenas Peña ha trabajado también como acequiero en una acequia que trae agua a su pueblo procedente del río de Bérchules
Un vecino de la localidad alpujarreña de Mecina Bombarón, Antonio Valdearenas Peña, de 56 años de edad y soltero, se dedica al pastoreo en sierra, a 1.800 metros de altitud sobre el nivel del mar, porque le encanta ser pastor. Ahora tienes 200 ovejas y 10 cabras. Antonio también es agricultor y cosecha todos los años habichuelas verdes de excelente calidad. Hace más de cuatro décadas su familia puso en marcha la célebre ‘Discoteca Valdearenas’, cerrada al público hace tiempo. A Antonio le hacen compañía y les ayudan a pastorear y manejar su rebaño sus cuatro perros.
Hasta hace unas décadas los animales formaban parte del paisaje de Mecina Bombarón. Su necesidad para las faenas agrícolas era total. Había un gran número de vacas, burras, mulos, caballos, animales de carne y aves de corral. También existían muchos pastores y ganaderos. Ahora casi no queda nada de esto en Mecina Bombarón y en otros pueblos de la comarca de La Alpujarra. «Esto de ser pastor es muy sacrificado y deja poco dinero. Yo ejerzo de pastor porque me gusta estar en el campo guardando ovejas y cabras, acompañado de mis perros. Obtengo algún dinero cuando vendo corderos a un marchante. Con el campo, criando habichuelas todos los años sí gano más dinero con mucho esfuerzo y trabajo en el campo de Mecina Bombarón y así voy ‘tirando’ de la vida en plena naturaleza», indicó Antonio Valdearenas.
Este pastor y agricultor de Mecina Bombarón es el más joven de sus tres hermanas y un hermano, que también es pastor. Su padre Antonio y su madre Martirio lo enseñaron a trabajar en todas las labores del campo a corta edad. Antonio pudo ir a la escuela para aprender a leer, escribir y hacer cuentas con doña Pilar, doña Esperanza, don Enrique, etcétera. También estudió en Órgiva, pero como no le gustaban los estudios al año de estar allí lo dejó para trabajar en su terruño. Antonio ha sido también acequiero durante seis años de la acequia que nace en el río de Bérchules y riega lugares y parajes de Mecina Bombarón.
Cuando Antonio Valdearenas era muy joven las vacas constituían la ‘maquinaria’ agrícola más preciada en Mecina Bombarón. Servían, principalmente, uncidas de dos en dos para labrar con el arado, tablear, ser vendidas para carne, etcétera. En cada casa y cortijo había gallinas y conejos. Los cerdos tampoco faltaban. La leche fresca nunca faltaba porque había muchas cabras con cuernos y sin ellos. Si tenían las tetas muy grandes se les ponía una especie de sostén para que no las arrastraran por el suelo. Las ovejas eran muy apreciadas porque dan leche, lana, queso y carne. Con la piel completa de las borregas, los pastores obtenían las zaleas.
La lana se utilizaba para rellenar los colchones y almohadas. Los perros de los pastores tenían y siguen teniendo fama de una enorme fidelidad. Se recuerdan perros que no se separaban de la caja y de la sepultura de su amo difunto, o de otros perros que, estando a punto de morir ellos mismos, se pasaban por el cortijo como para despedirse de sus dueños. Antes, más que ahora, los gatos también jugaban un papel importante en las casas y cortijos para hacer desaparecer a las ratas y ratones, principalmente.
Fuente: ideal.es
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